Descripción de la foto: Sitio arqueológico Ckontatur Marka, por donde pasará la línea de transmisión eléctrica del proyecto. Es un sitio ceremonial muy extenso e importante, el que tiene una vista limpia y panorámica de todos los cerros tutelares, desde el Volcán Miño al norte, hasta el Quimal por el sur, y pese a su gran tamaño y enorme cantidad de ofrendas, no fue identificado en la línea base original. Crédito: Robinson Galleguillos Morel.
Descripción de la foto: Saiwas del Qapac Ñan (tramo Inkahuasi-Lasana) que indican la salida del sol en el solsticio de invierno. Un caso de afectación del paisaje cultural. Crédito: Robinson Galleguillos Morel.
Ubicado al noreste de Calama, entre Lasana y Estación San Pedro, el proyecto Parque Eólico Ckhúri (ex Ckani), desarrollado por la empresa Mainstream, busca generar 240 MW de energía eólica. Sin embargo, a pesar de sus objetivos de sostenibilidad, este proyecto ha generado preocupación entre las comunidades indígenas del Alto Loa, especialmente por los riesgos que supone para el patrimonio arqueológico y la falta de consulta adecuada a los pueblos originarios.
El proyecto en cifras
Con una inversión de 500 millones de dólares, el Parque Eólico Ckhúri abarca una superficie de 114,73 hectáreas, y sus obras comenzaron en octubre de 2020. La conexión eléctrica del proyecto está planificada hacia la subestación de Minera El Abra, pero el desarrollo ha enfrentado múltiples paralizaciones debido a denuncias por daños al patrimonio arqueológico.
La voz de las comunidades indígenas
El presidente de la Comunidad Atacameña San Francisco de Chiu-Chiu, Robinson Galleguillos Morel, comparte la experiencia de las comunidades frente a este megaproyecto. Según relata, al inicio de la construcción, la empresa les solicitó autorización para utilizar rutas locales para el traslado de componentes, lo que dio lugar a un convenio de colaboración que incluyó la incorporación de monitores comunitarios de las comunidades de Chiu-Chiu, Lasana, Conchi Viejo y Estación San Pedro.
Fue precisamente gracias a este monitoreo que se identificaron nuevos hallazgos arqueológicos de gran relevancia, como rutas troperas y caravaneras, sitios ceremoniales que contenían restos de cerámica y challa de cobre. Sin embargo, las comunidades denunciaron que la empresa continuó con los trabajos, dañando estos vestigios históricos.
“Nos dimos cuenta de que la empresa no estaba respetando la integridad de estos hallazgos, lo que nos obligó a denunciar los daños al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA)”, relata Galleguillos.
Paralizaciones y nuevas denuncias
En respuesta a estas denuncias, el CMN ordenó la suspensión de las obras en diciembre de 2021, paralización que se mantuvo hasta septiembre de 2022, cuando se reiniciaron los trabajos bajo un protocolo que buscaba proteger los hallazgos arqueológicos. Sin embargo, a fines de ese año, las comunidades descubrieron que la empresa realizaba obras en polígonos no autorizados.
En febrero de 2023, el CMN confirmó que Mainstream ejecutaba trabajos en sectores no aprobados, lo que derivó en una nueva suspensión. Hasta la fecha, ni la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) ni el Consejo de Defensa del Estado (CDE) han emitido un pronunciamiento respecto al daño causado al patrimonio.
Prácticas cuestionables y falta de transparencia
Desde febrero de 2023, Mainstream ha conseguido llegar a acuerdos económicos con organizaciones sociales locales, que según las comunidades no son representativas. Estas negociaciones generan inquietud, ya que podrían implicar renuncias a derechos fundamentales protegidos por la Ley Indígena y el Convenio 169 de la OIT.
“Esta práctica es habitual con empresas extranjeras: buscan dividir a las comunidades y silenciar las voces disidentes mediante ofrecimientos económicos. A la fecha, no sabemos qué derechos podrían haber sido vulnerados en estos convenios”, denuncian desde Chiu-Chiu.
El patrimonio en riesgo
Aunque el CMN levantó la última sanción en el verano de 2023, las comunidades advierten que los riesgos persisten. En el área del proyecto, existen sitios arqueológicos que no fueron identificados en la línea base presentada en 2011, lo que plantea serias dudas sobre la evaluación ambiental que permitió la aprobación inicial.
Además, la instalación de aerogeneradores, ha generado un daño significativo al Paisaje Cultural, particularmente en la vista astronómica de las “Saiwas” ubicadas a los largo del tramo Lasana-Inkahuasi del Qhapaq Ñan. Estas estructuras están alineadas con la salida del sol durante el solsticio de invierno, un fenómeno de gran relevancia para la cosmovisión y las tradiciones locales. Sin embargo, la empresa responsable eligió un emplazamiento estratégico según su conveniencia, ignorando la importancia cultural y patrimonial del lugar, lo que evidencia una falta de sensibilidad hacia el territorio y su significado ancestral.
“El daño al patrimonio arqueológico y al paisaje cultural no es sólo una pérdida para las comunidades indígenas locales, sino que genera un daño irreparable a la identidad de todos los chilenos. Este legado nos pertenece a todos y debe ser protegido”, enfatiza Galleguillos.
Un llamado a la acción
El caso del Parque Eólico Ckhúri pone en evidencia la necesidad de reforzar los procesos de evaluación ambiental y garantizar la participación efectiva de las comunidades indígenas.
Descripción de la foto:Ruta tropera en el sector del proyecto Parque eólico Ckhúri. Crédito: Robinson Galleguillos Morel.